¡JESÚS MURIÓ PARA QUE TÚ PUEDAS VIVIR!

EL PASAJE DE HOY:

Juan 3:16-21 (NTV) 16 »Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. 17 Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. 18 »No hay condenación para todo el que cree en él, pero todo el que no cree en él ya ha sido condenado por no haber creído en el único Hijo de Dios. 19 Esta condenación se basa en el siguiente hecho: la luz de Dios llegó al mundo, pero la gente amó más la oscuridad que la luz, porque sus acciones eran malvadas. 20 Todos los que hacen el mal odian la luz y se niegan a acercarse a ella porque temen que sus pecados queden al descubierto, 21 pero los que hacen lo correcto se acercan a la luz, para que otros puedan ver que están haciendo lo que Dios quiere.

• Dar es una de las principales maneras en que Dios nos muestra su amor.

• La palabra griega para «dio» es didōmi. En este contexto, significa confiarle algo a otra persona para que cuide de su bienestar o sus intereses.

• Porque Dios nos amó, nos dio a Jesús para cuidarnos y atender nuestra mayor necesidad.

• La mayor necesidad de la humanidad siempre ha sido la de ser perdonada y rescatada de la perdición.

• La palabra griega para «perecer» es apollym. Significa perder la vida verdadera o eterna y ser entregado a la miseria eterna.

• Cuando Jesús vino y murió por nosotros, ¡nos salvó de la miseria eterna y nos capacitó para recibir la vida eterna!

• Cuando la Biblia se refiere a la “vida eterna”, se refiere a una vida eterna (una vida sin fin) que es activa, vigorosa, bendecida y dedicada a Dios.

• La vida eterna sólo está disponible para aquellos que ponen su confianza en Cristo, y podemos experimentar esta vida ahora y para siempre desde el momento en que elegimos arrepentirnos y vivir para Él.

• La Biblia deja claro que todos algún día enfrentaremos el juicio.

Hebreos 9:27 (NTV) 27 Y así como cada persona está destinada a morir una sola vez y después vendrá el juicio

• La palabra griega para «juzgar» es krino. En este caso, significa condenar o decretar (imponer) una pena a otro.

• ¡Afortunadamente Jesús no vino a juzgarnos sino a salvarnos!

• Él no vino a castigarnos por nuestros pecados. Vino a proveernos una manera de ser perdonados de nuestros pecados mediante el derramamiento de su sangre.

• Sin un pago de sangre por nuestros pecados, nunca podremos ser perdonados.

Hebreos 9:22 (NTV) 22 De hecho, según la ley de Moisés, casi todo se purificaba con sangre porque sin derramamiento de sangre no hay perdón.

• Las buenas obras no bastan para escapar de la pena del pecado; solo un sacrificio de sangre lo es. Por muy bien que creamos haber vivido, no podemos ser perdonados ni un solo pecado sin derramar sangre.

• En lugar de obligarnos a pagar el castigo por nuestros pecados, Jesús vino a pagar el precio por nosotros derramando su propia sangre en la cruz.

Hebreos 9:26 (NTV) –26 Si eso hubiera sido necesario, Cristo tendría que haber sufrido la muerte una y otra vez, desde el principio del mundo; pero ahora, en el fin de los tiempos, Cristo se presentó una sola vez y para siempre para quitar el pecado mediante su propia muerte en sacrificio.

• ¡No hay juicio para quien cree en Jesús! (V. 18)

• A lo largo de toda la Biblia vemos una batalla entre la luz y la oscuridad, entre la vida y la muerte.

• Dios nos ha dado a todos el derecho de elegir de qué lado estaremos según nuestra forma de vivir. Algunos elegirán la muerte y la oscuridad, mientras que otros elegirán la luz y la vida.

• Cuando elegimos pecar y hacer el mal, nos colocamos en la oscuridad y elegimos la muerte.

• Éste era el estado de cada persona antes de que Jesús viniera al mundo y a nuestras vidas.

Mateo 4:16 (NTV) – 16 la gente que estaba en la oscuridad ha visto una gran luz. Y para aquellos que vivían en la tierra donde la muerte arroja su sombra, ha brillado una luz».

• Jesús es la luz del mundo que nos conduce de las tinieblas a la vida.

Juan 8:12 (NTV) – 12 Jesús habló una vez más al pueblo y dijo: «Yo soy la luz del mundo. Si ustedes me siguen, no tendrán que andar en la oscuridad porque tendrán la luz que lleva a la vida».

• Venimos a la Luz haciendo lo correcto, arrepintiéndonos del pecado y eligiendo vivir una vida dirigida a agradar a Dios y hacer lo que Él quiere.